Puede ser por todo eso, que las cosas a veces duelen. Duelen más de lo que uno creería. Porque a veces las acciones hacen daño, pero las omisiones dañan más.
Puede ser porque siempre me enseñaron que había pocas cosas que cuidar en la vida: la familia y los amigos.
Puede ser también porque mi familia es loca pero hermosa y mis amigos pocos, pero maravillos.
Porque durante los poquitos años que llevo de vida, he aprendido (con muchos retos, sobre todo de Luzmira) que hay que estar presente, hay que confiar, hablar con la verdad y querer.
Que entre amigos no hay que ser complaciente, que hay que saber escuchar y decir, aún cuando las palabras duelen.
Y a pesar de saber todas esas cosas, no soy buena amiga y lo tengo claro. No voy a los cumpleaños, se me olvidan las fechas importantes y llamo tarde, mal y nunca. Supongo que ustedes ya se habían dado cuenta.
Sin embargo, en las cosas importantes. Las del alma, intento estar lo más presente que puedo. Claro que no siempre lo logro.
Los amigos se hacen con historia. Historias construidas con risas, cariños, llantos, confianzas, discusiones de política y de vida. Historias de sueños y realidades que se van mezclando hasta formar una.
Hoy sólo quería agradecerles el estar. El seguir a mi lado a pesar de mis tonteras, errores, palabrotas y gatos. Manteniendo esta historia que ha tenido sus dolores, pero que sigue firme. Simplemente gracias por su cariño.