jueves, noviembre 22

La amistad


Puede ser por todo eso, que las cosas a veces duelen. Duelen más de lo que uno creería. Porque a veces las acciones hacen daño, pero las omisiones dañan más.

Puede ser porque siempre me enseñaron que había pocas cosas que cuidar en la vida: la familia y los amigos.

Puede ser también porque mi familia es loca pero hermosa y mis amigos pocos, pero maravillos.
Porque durante los poquitos años que llevo de vida, he aprendido (con muchos retos, sobre todo de Luzmira) que hay que estar presente, hay que confiar, hablar con la verdad y querer.
Que entre amigos no hay que ser complaciente, que hay que saber escuchar y decir, aún cuando las palabras duelen.

Y a pesar de saber todas esas cosas, no soy buena amiga y lo tengo claro. No voy a los cumpleaños, se me olvidan las fechas importantes y llamo tarde, mal y nunca. Supongo que ustedes ya se habían dado cuenta.

Sin embargo, en las cosas importantes. Las del alma, intento estar lo más presente que puedo. Claro que no siempre lo logro.
Los amigos se hacen con historia. Historias construidas con risas, cariños, llantos, confianzas, discusiones de política y de vida. Historias de sueños y realidades que se van mezclando hasta formar una.
Hoy sólo quería agradecerles el estar. El seguir a mi lado a pesar de mis tonteras, errores, palabrotas y gatos. Manteniendo esta historia que ha tenido sus dolores, pero que sigue firme. Simplemente gracias por su cariño.



lunes, noviembre 5

El pequeño Edgar


El viernes tomamos nuestro cocaví y partimos junto a la tía Dany a conocer al Pequeño Edgar. Emocionados, porque es el lugar donde nuestros amigos comenzarán su vida en pareja. Claro, no podíamos quedarnos fuera de tan importante acontecimiento. Si siempre hemos estado ahí, junto a ellos.
Ivis salió a recibirnos y la tía Cote estaba feliz sentada en su "comedor" que (siempre tan copiones) siguiendo mi moda, no es más que la mesa de terraza que robaron de la casa de tío Horacio. Como corresponde a toda pareja emergente.
Pareja emergente: término acuñado por nosotros para justificar todo tipo de robo a escala u hormiga desde el hogar de los padres y/o amigos.
Luego de depositar nuestras humanidades en el living-comedor, nos llevaron a un tour por el depto. Debo ser sincera y decirles que dicho tour duró como dos minutos. Es que por algo es el pequeño Edgar.
Fue bueno conocer el departamento e imaginarlos siendo pareja. Con la Cote durmiendo hasta tarde, mientas Ivo sale a comprar el diario o alguna cosa rica para almorzar. Regaloneándose hasta decir basta, decorando y haciendo suyo cada rincón. Llendo cada semana a la casa de los padres de cada uno (no por nostalgia, sino por falta de alimentos).
En fin, me acordé cuando nosotros llegamos a nuestra casa y tooodas las cosas que nos faltaron.

Niños, que sean muy felices en el pequeño Edgar hasta que encuentren otro espacio que los encante. Y se conviertan, al igual que nosotros en una pareja emergente en vías de ser propietarios.

PD: Claramente iré a bañarme muy seguido... la tía Cote me dio permiso.