lunes, agosto 20
Haciendo Ambiente
¡Oye! Cómo me gusta el 18. Comida y bebida a destajo. Permiso para los excesos sin culpas. Es un carrete constante. Sin peros. Cuando chica, mi parada obligada durante estas fechas era la casa de mi abuela. Y asados de chivos, de corderos, de vacuno, de lo que fuera. Y empanadas, caseras, claro. Muchas empanadas. Con harto vino. Y en la noche, a la fonda top: la oveja descarriá. Bueno, ahora el paisaje es algo diferente. En lugar del sur, mi casa. En lugar de mis abuelos, mis amigos. Pero los motivos son los mismos y las ganas de excederse también. Y aunque, para algunos, quede mucho para el 18... yo creo que estamos a unos minutos de disfrutarlo. Claro, hay que empezar a ponerle weno. Porque como este año es ultra largo, si no practicamos antes, no hay cuerpo que aguante. El disfrute de sus cuecas, alguna que otra paya y las risotadas al compás de varias copas de vino o de chicha, como guste. El ruido incesante del carbón al prenderse y los asados que se van fundiendo en un gran aroma que no discrimina hora ni día. Así son los dieciocho en mi país. Vamos a las fondas y comemos. Miramos unos gallos tratando de subir el palo encebado y tomamos. Tratamos de botar unas latas y comemos.
¿Cómo no me va a gustar esta fecha?
Claro que siempre trae una que otra consecuencia. Pero por suerte es una vez al año, así tenemos muuucho tiempo pa' componer el estómago y reconciliarnos con aquello que tanto nos dañó.
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2 comentarios:
Sólo quiero decir que esa foto -la segunda- atenta contra el espíritu 18ero. Así, da miedo tomar y no es la idea por lo que voto para que la cambies.
Ya, cambiada... aunque la otra era 100% realista.
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