Feliz, feliz en mi día...

Alguien detrás de mi

lee cada palabra que escribo

por encima de mi hombro derecho

y se ría desvergonzadamente de mis problemas

un señor de bastón y levita

miro pero no veo a nadie

sin embargo yo sé que me espían

Nicanor Parra

Otra vez de cumpleaños. ¡Por suerte!

Me gusta estar de cumpleaños, porque todos se acuerdan y me llaman. Porque recibo muchos regalitos (y como soy una niña me fascinan). Porque es una buena excusa para carretear. Porque se junta la familia y nos decimos cuánto nos amamos. Porque veo gente que casi nunca. Porque comemos torta y apago las velas. Porque tooodos desentonan cantando el cumpleaños feliz. Porque la foto siempre falla al momento del soplido.

Me gusta aunque sea en junio, aunque casi siempre llueva torrencialmente y no llegue nadie. Me gusta porque ese día es mío y según yo, puedo hacer lo que quiera.

Sean bienvenidos a celebrar conmigo la alegría de ser un año más vieja.

El casado... dpto quiere

Claro que me disparo cuando disparan

claro que me acaloro si aprieta el frío

claro que no está claro lo que me aclaran

claro que digo vuestro cuando es tan mío.

(Un poquito de Sabina para el alma...)

¡Muy bien! Después de recorrer Santiago y sus alrededores, no lo olvidemos, buscando cumplir el sueño de la casa propia (eeeeeeeeh) creo que lo logramos. No será casa y no tendrá mucha terraza. Es un departamentito humiiiilde, pero es lo que la clase media, bien media y algo trabajadora puede adquirir.

La gracia del nuevo palacete es que nos queda cerca de la pega, de patronato y lo mejor de todo: la vega y el mercado. Además tiene tres dormitorios, uno para los recién casados, uno para el Cocón Andrés y un tercero para Amarillis Alberto. Un living comedor pequeño para mantenernos bien unidos y la cocina... uf! Eso voy a extrañar. Eso y mi patio con quincho construído por Roberto.

A pesar de todos los peros será el mejor lugar del mundo porque va a ser nuestro, porque seguirá contando con sus risas y rones. Porque cada vez nos vamos haciendo más grandes y lentamente queremos construir una historia propia en un lugar propio.

Departamento nuevo, nueva historia...

Y claro, para comenzar, quise compartirla con ustedes.

Goofy

"Cómo no iba a recordarte
Si estás ahí desde mi niñez"

Silvio... una vez más

Pucha, es raro esto. Va a ser extraño llegar a la casa de Hernán y que no salga Goofy a recibirte. Extraño poder sentarte en su lado del sofá. Y es que Goofy era parte de la vida de los Moya-Araya.

Y por supuesto, de todos los que alguna vez pisamos esa casa. Me acuerdo de escuchar hablar de Goofy, con tanto cariño que claramente la imagen que tenía mi amigo de su perro, no era la real.

A mi amigo ahora le falta un pedacito de historia. Y a nosotros, sus amigos, también.

No hay mucho más que decir... sólo los que han adorado a sus mascotas sabrán la pena inmensa de perderlas.

¡Se Casaron!

Hay locuras de ley, pero no de buscar.

Hay locuras que son la locura: Personales locuras de dos.

Silvio, por supesto.

Después de tanto tiempo juntos, de pololeo, de convivencia, de paseos y enfermedades. Después de un tanto andar (porque puta que nos queda camino) los monos, se casaron.

La novia, bella. El novio, con su rosácea en llamas, pero apuesto. La novia, con ataque de risa. El novio, también. Y el testigo, cómo olvidar a Florindo.

El vals y la voz de Sabina llenando su hogar en El Peñón.

El discurso del padre del novio y el humor en segundo plano de la madre. El discurso del Caracol y después, las palabras de todos.

Fotos, muchas fotos... la niña del violín.

Y el baile (junto con el copete)...

Qué puedo decir. Estuvo weno. Me divertí y los vi felices.

Ahora con su propio Rodolfo son más familia (como nosotros y los gatos).

Que la vida les regale mil lunas de miel. Nosotros estaremos aquí, como siempre, apoyándolos en cada historia nueva que quieran emprender.

La Jenni

Alemania... cuna de los Quinger: raza en extinción.

Sí, yo también tengo genes alemanes... lo que pasa es que "alguien" se llevó la mayoría. Si lo único que le faltó fue medir 1.70.

Mi prima, la Jenni. Una rucia de ojos celestes... igualita a mi. Chica, en eso nos parecemos. De madres medias locas, en eso también. Y en que nos vemos poco, pero nos queremos mucho.

Lo que pasa es que cuando chicas hicimos muchas weas. Fuimos a la playa con Plomis y mi padre, comimos hasta morir ensalada de acelga, nos escapamos de la casa por un futuro mejor, fuimos compañeras de colegio y hasta vivimos juntas.

Y yo creo que lo que más nos une, es Alemania. Aunque suene extraño. Pero es que desde allá llegó mi abuelo (bueno, nuestro o más de ella que mío) Y fue ese hombre grande y de palabras extrañas el que nos dejaba correr por su casa, con su silencio inmenso nos dejaba conversar hasta la madrugada. Fueron esas veces en las que sólo nos teníamos a nosotras, junto a la Paloma, y nuestras ideas (como llenar la piscina de globos); las que nos hicieron formar este lazo poco común que tenemos.

Todo esto, porque el fin de semana estuvimos juntas. Y como siempre busqué en los ojos de mi prima para saber cómo estaba. Esta vez, la vi feliz.