Soy, sin duda alguna, puede usted preguntarle a cualquiera, un desastre de persona. Mis olvidos son tan recurrentes como necesarios. La risa fuerte para ocultar cualquier atisbo de tristeza. Palabras impropias y vulgares llenan mi vocabulario y salen a gritos en lugares inapropiados. Entonces, de nuevo, las carcajadas.
Los tacos altos y sonoros para anunciar mi llegada, como si se tratara de algo importante, de algún rito. Una bomba de humo para olvidar la frágil pequeñez.
Ideas descabelladas, bailes imperfectos (no un poco: demasiado imperfectos), el pulso tiritón y un genio explosivo.
Ya ve usted, no le miento. Soy un desastre de persona que de vez en cuando arranca de la monotonía inventando viajes express, picnics sin mantita, playas en auto sin hospedaje. Y el espíritu revoltoso que sólo sabe de diversión. Que encuentra mil excusas para reír y otras más para celebrar. Es el mismo que con su impulsividad suele botar el dulce, quedarse con el envoltorio y reír sin parar.
Camino pensando en mil cosas a la vez, todas poco importantes, y en la torpeza propia de personas desastrozas choco con los postes, puntas de muebles y cualquier otro elemento (vivo o no) que casualmente se encuentre en mi camino.
Suelo romper cosas y fumo tanto como me gusta el vodka y los gatos.
Me duermo en medio de las fiestas y despierto para seguir la parranda.
Pero también me escondo en el silencio, en las voces de Sabina, Filio, Silvio y otros tantos que dicen mejor que yo. Y en el desastre que soy, me molesta pedir ayuda y reconocer que el vacío y la tristeza son cotidianas. Hay días en los que quiero desaparecer y me hago más chiquita. Esos días los temblores se hacen más pronunciados y la risa, esquiva.
Me cuesta dormir y en la noche las ideas toman otras formas y me dejan pendiendo de un hilo. Toman formas rebuscadas y pasadas, sin miedos ni pudores se presentan desafiantes hasta que amanece y la realidad de la rutina las convierte en simples pesadillas.
Debo confesarle, y esto también puede confirmarlo, que no sólo soy un desastre de persona, también estoy quebrada y profundamente loca.